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Votar o lamentarse después: usted decide

Por Amaury Sánchez

Se abre la pista de carreras rumbo a la elección más inusual, inaudita e incluso, para algunos, surrealista en la historia del país: la del Poder Judicial. En un giro digno de telenovela política, ahora los jueces serán elegidos por el voto popular.

La idea es sencilla, pero el enredo es monumental. Imagine usted que, así como elegimos al compadre que nos hace los mejores tacos, ahora tendremos que escoger a quienes impartirán justicia en el país. Y no es que falte fe en la sabiduría popular, pero una cosa es votar por el mejor cantante de un reality show y otra muy distinta decidir quién será el próximo ministro de la Suprema Corte.

La reforma constitucional que permitió esta pachanga judicial fue impulsada por el oficialismo con la convicción de que el pueblo, sabio como es, sabrá distinguir entre un juez justo y uno con más antecedentes que jurisprudencia. Claro, la oposición y diversos sectores pegaron el grito en el cielo, advirtiendo que esto puede convertir al sistema judicial en una piñata política donde los jueces terminen más comprometidos con quienes los promovieron que con la ley misma. ¿Se imagina usted a un magistrado en campaña prometiendo «sentencias justas para todos» y repartiendo volantes con su mejor foto de perfil?

Y si pensaba que las campañas para otros cargos eran caóticas, agárrese, porque esta tiene reglas que la hacen aún más peculiar. Los candidatos no podrán hacer mítines, ni contratar publicidad, ni recibir recursos públicos. Básicamente, su principal herramienta será el carisma en redes sociales, lo que significa que podríamos terminar con un magistrado que ganó más por sus dotes de influencer que por su conocimiento de derecho penal.

Por si fuera poco, hay candidatos que ya traen más cola que un desfile de dragones chinos. Algunos han sido señalados por ilícitos o por violencia de género. Es decir, en esta elección no solo se juegan cargos, sino también una buena dosis de suspenso, escándalo y plot twists dignos de una serie de Netflix.

Pero aquí lo importante, lo crucial, lo que no se puede dejar de lado es que su voto cuenta. Y no es discurso barato de político en campaña, es la pura y dura realidad: si usted no sale a votar, alguien más decidirá por usted. Y no se vale después llorar en redes sociales porque el sistema judicial quedó en manos de alguien que ni siquiera sabía lo que es un amparo. Esta elección marcará el rumbo de la justicia en México, y si usted no pone su granito de arena en las urnas, no venga luego con que «todos son iguales».

Si no vota, usted es parte del problema. Así de claro. No hay excusas, no hay pretextos, no hay «se me olvidó» o «qué flojera». El 1 de junio es el día en que podemos tomar el control del destino de nuestro sistema de justicia. Si no le gusta cómo se manejan las cosas, esta es su oportunidad de hacer algo al respecto. Si no vota, entonces no se queje después cuando la justicia termine en manos de personajes que ni en la peor película de terror habríamos imaginado.

¿Quiere que los jueces sean elegidos por méritos y no por popularidad? Vote. ¿Quiere evitar que el sistema judicial caiga en manos de improvisados, corruptos o, peor aún, criminales con saco y corbata? Vote. ¿Quiere dejar de quejarse y hacer algo que de verdad tenga impacto? Vote. Porque si usted no vota, está dándole su poder a alguien más, y ese alguien puede no tener los mejores intereses para el país.

Esto no es un juego, ni una broma, ni una película donde se puede cambiar de canal si el final no le gusta. Aquí no hay segundas tomas. Aquí hay un país en juego. Así que no haga la gran mexicana de quedarse en casa viendo el fútbol, la telenovela o el maratón de su serie favorita y luego quejarse de los resultados. Salga a votar. Porque si no lo hace, cuando la justicia termine pareciendo más un sketch cómico que un verdadero poder del Estado, el único culpable será usted. Y para entonces, ya será demasiado tarde.


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