Por Amaury Sánchez
Por algún extraño hechizo contable —más poderoso que el de Harry Potter con calculadora— la economía mexicana no está en recesión, según nos dice don Edgar Amador Zamora, el flamante secretario de Hacienda. ¡Faltaba más! Aquí no se aceptan malas vibras ni pronósticos negativos. En esta casa se le dice “moderación ordenada” a lo que otros llaman “nos estamos atorando feo”.
Porque sí, según el Inegi, el Producto Interno Bruto creció 0.2% en el primer trimestre. ¿Chiquito? Sí. ¿Insuficiente? Tal vez. Pero ¡eh! Con eso basta para que Hacienda nos diga que vamos viento en popa, aunque el viento venga de frente, con lumbre, y con aranceles made in Trump.
“El escenario es de expansión”, nos repiten, como si fuera un mantra económico que aleja la recesión igual que la abuelita aleja el mal de ojo con huevo y oración. Que no nos engañen los aguafiestas del Fondo Monetario ni el Banco Mundial, que se empeñan en ver contracción donde hay crecimiento microscópico. ¡Claro! Ellos no entienden el arte de sobrevivir con poquito y hacer milagros fiscales sin multiplicar los panes, pero sí los PowerPoints.
Lo que pasa, dice Hacienda, es que vivimos en tiempos volátiles. Y tiene razón: el dólar brinca como chapulín con cafeína, el comercio se reconfigura más que los grupos de WhatsApp familiares, y los analistas económicos cambian de opinión más rápido que un político en campaña. Así que mejor hacemos estimaciones “en construcción”. Traducción: no tenemos ni idea, pero suena elegante.
Ahora, eso de mantener una proyección de crecimiento de 1.5 a 2.3%… eso ya es otro rollo. Optimismo puro, casi mágico. Como pensar que un lunes sin tráfico es señal de buena suerte y no de puente que uno olvidó.
Pero hay que reconocerle algo al secretario: le pone enjundia. Él no se anda bajando del barco nomás porque hay olas. ¡No, señor! Se queda firme en su convicción de que la economía está expandiéndose. ¿A dónde? No sabemos. ¿A qué ritmo? Más lento que burócrata en viernes. Pero eso sí, para él, esto no es recesión ni por error de dedo.
Así que, si usted ve menos ventas, menos chamba y más promociones de “llévese dos y pague uno porque no vendemos ni uno”, no se alarme. No es crisis: es crecimiento moderado, resiliencia patriótica y ajuste con elegancia.
Ya lo sabe: si el sueldo no alcanza y el gasto crece, no es problema suyo. Es que está viviendo en una economía… en expansión.
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