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Pablo Lemus, Arturo Zamora y la reforma judicial: ¿Qué novela nos están contando?

Por Amaury Sánchez

Ah, Jalisco, tierra de tequila, mariachi… ¡y escándalos políticos que dan más vueltas que los jarabes tapatíos! El día de hoy, nuestro gobernador Pablo Lemus, ese con perfil de empresario, sonrisa de catálogo y un historial que levanta más cejas que aplausos, salió con la sorpresa del día: nombrar a Arturo Zamora Jiménez como el encargado de aplicar la reforma al Poder Judicial en el estado. Y aquí estamos todos preguntándonos si esto es un capítulo de telenovela o un giro magistral digno de un thriller político.

Porque, seamos honestos, Lemus no llega con las manos limpias al anuncio. Ya se sabe que trae en la espalda un costal de temas pendientes: el famoso «cártel inmobiliario», esas compras como presidente municipal en Zapopan y Guadalajara que ni la transparencia pudo justificar, y un estilo de gobernar que parece más corporativo que político. ¿Es este el mejor padrino para poner en marcha una reforma que, en teoría, debería limpiarle la cara a la justicia?

Ahora, pasemos al otro lado del escenario: Arturo Zamora Jiménez, el hombre de las mil batallas políticas, al que ahora le encargan nada más y nada menos que implementar una reforma judicial que promete humanismo, ética y principios de justicia social. En otras palabras, una reforma que trae el sello de AMLO y su visión de un sistema más cercano al pueblo. Y aquí es donde uno se rasca la cabeza y se pregunta: ¿cómo se supone que Arturo va a conciliar los ideales de la 4T con la realidad jalisciense, tan manchada de intereses y agendas ocultas?

La jugada de Lemus podría interpretarse de muchas maneras. ¿Es un acto de fe en Zamora, confiando en que su experiencia política y jurídica saque adelante la reforma? ¿O es más bien un movimiento estratégico, de esos que buscan acallar críticas mientras todo sigue igual por debajo del agua? Porque una cosa es cierta: en Jalisco, el problema no es solo el Poder Judicial; es todo el sistema político y su eterno romance con la opacidad.

Y luego está el tema de la reforma misma. Desde el discurso suena maravillosa: justicia humanista, jueces honestos, procesos rápidos y transparentes. Pero una cosa es lo que está escrito en el papel y otra muy distinta lo que sucede en los tribunales. Aquí en Jalisco, esas promesas tienen el peso de un billete de tres pesos si no vienen acompañadas de acciones contundentes.

Entonces, ¿qué podemos esperar de este dúo? Por un lado, tenemos a Lemus, con su historial cuestionable, poniéndose el traje de reformador. Por el otro, a Zamora, con su experiencia, pero también con el reto de navegar un océano de intereses creados. ¿Será esta la pareja que logre cambiar el rumbo de la justicia en Jalisco? O, como ya es costumbre, ¿terminaremos viendo más de lo mismo, pero ahora con un discurso renovado?

Mientras tanto, los jaliscienses seguiremos observando desde la grada, con un ojo en la transparencia y otro en las promesas. Porque si algo sabemos en esta tierra es que, cuando la política se mezcla con la justicia, hay que prepararse para cualquier cosa: desde un milagro inesperado hasta un desastre anunciado. ¿Será Arturo Zamora el héroe que Jalisco necesita, o solo un actor más en este drama? ¡Ah, caray, ya veremos!


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