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Pablo Gómez: El eterno rebelde que terminó haciendo fila en la Oficialía de Partes

Por Amaury Sánchez G.

A ver. Pongamos las cartas sobre la mesa, pero sin hacer trampa ni esconder el as bajo la manga, como hacen muchos. Lo que acaba de ocurrir con Pablo Gómez no es cualquier cosa, y menos si uno ha seguido su trayectoria desde que era un muchacho bravo del 68 hasta que acabó como vigilante de cuentas bancarias sospechosas. Que no nos quieran vender humo.

El 3 de agosto de 2025 —fecha marcada ahora con letra chiquita pero que pronto será tema de sobremesa en cafés políticos y tertulias universitarias—, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció la creación de la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral. Y, ¡sorpresa!, puso al frente a don Pablo Gómez Álvarez, nada más y nada menos que el viejo zorro de la izquierda moral, ex líder estudiantil, economista de la UNAM y, hasta hace unos días, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF).

Sí, el mismo Pablo que juró desde joven que la democracia no era cosa de tecnócratas ni de banqueros, sino de pueblo y conciencia. El que le gritaba en la cara al PRI cuando eso era casi un suicidio. El que fue preso en Lecumberri por el movimiento del 68. A ese Pablo lo mandaron ahora a coordinar una reforma electoral que, dicho sea con todo respeto, parece más un castigo elegante que un ascenso glorioso.

La UIF: El escritorio de las verdades ocultas

Vamos por partes, como diría Jack el Destripador. Pablo Gómez llegó a la UIF el 10 de noviembre de 2021, luego de la abrupta salida de Santiago Nieto, quien fue bajado del caballo por haberse casado en Guatemala con pompa y lujo en plena 4T austera. Y entonces, el presidente López Obrador decidió no poner ahí a otro fiscal de cuchillo largo, sino a un intelectual de manos limpias.

Gómez prometió no usar la UIF como garrote político, pero tampoco como tapadera de impunidad. Lo cierto es que, entre una y otra cosa, la dependencia perdió reflectores, ritmo y filo. El caso Segalmex, por ejemplo, explotó con más fuerza desde la Auditoría Superior de la Federación que desde la UIF. La red financiera de Ignacio Ovalle y compañía, con más de 15 mil millones de pesos en daños al erario, nunca fue suficientemente estrujada por la unidad de inteligencia.

Tampoco hubo avances visibles en los rastreos financieros de personajes como Genaro García Luna, Emilio Lozoya o Luis Videgaray, más allá de los comunicados de prensa. ¿Y qué decir del espionaje ilegal con Pegasus? Lo denunció AMLO en Palacio Nacional, pero la UIF se quedó en silencio. Ni una sola cuenta congelada a NSO Group, ni a los operadores locales.

Fechas clave que explican el cambio:

10 noviembre 2021: Pablo Gómez es nombrado titular de la UIF.

2022-2024: La UIF presenta más de 200 denuncias, pero la mayoría sin seguimiento judicial eficaz.

Julio 2023: Se filtra que la UIF fue excluida del nuevo gabinete de seguridad digital.

Abril 2024: El caso Segalmex estalla con detenciones, pero la UIF queda relegada.

Junio 2025: Circulan versiones de que Sheinbaum evalúa cambios profundos en áreas estratégicas.

3 agosto 2025: Se anuncia el traslado de Pablo Gómez a la nueva Comisión para la Reforma Electoral.

¿Cambio estratégico o jubilación con honores?

La realidad, aunque duela, es que Pablo Gómez no dio el ancho en la UIF. Su lenguaje fue siempre el de un maestro, no el de un fiscal. Su fuerza era la ética, no la eficacia. Y en una dependencia como esa, donde se necesita olfato de sabueso y reflejos de ajedrecista, el tiempo lo rebasó.

La presidenta Sheinbaum no lo corrió. Sería mal visto entre la vieja guardia de la izquierda. Pero tampoco lo dejó donde estaba. Le dio una salida decorosa: una comisión presidencial que promete mucho, pero que aún no tiene dientes, ni reglamento, ni presupuesto, ni enemigos. Una jaula de oro, pues.

La Reforma Electoral, eso sí, es una papa caliente. No cualquiera puede meterle mano sin quemarse. Se trata de revisar el sistema de partidos, las candidaturas plurinominales, la reelección, el financiamiento a partidos y la representación indígena y ciudadana. Y todo eso frente a un INE que aún está lleno de operadores del viejo régimen, y una oposición que ya se saborea cualquier pretexto para decir: “¡Fraude!”

¿Está capacitado Pablo Gómez para esa tarea? Nadie niega su lucidez. Pero su estilo no es el de un negociador. Es un predicador de causas, no un constructor de consensos. No será fácil que lo escuchen en el PAN, ni que lo tomen en serio en el PRI, donde todavía le tienen miedo desde los tiempos del desafuero de López Obrador.

¿Y ahora qué?

En política, nadie se jubila del todo. A veces te retiran con honores, a veces te mandan a coordinar reformas que nadie quiere coordinar. Eso le pasó a Pablo Gómez. No lo sacaron por la puerta de atrás, pero tampoco lo dejaron cerca del timón.

Con este movimiento, Sheinbaum lanza varios mensajes:

1. Que no se tolerará lentitud ni pasividad en áreas clave como inteligencia financiera.

2. Que se avecinan cambios en serio al sistema electoral.

3. Y que los símbolos de la vieja izquierda tienen su lugar… pero ya no en la primera línea de combate.

Y mientras tanto, nosotros, los simples opinadores, seguiremos escribiendo en libretas prestadas, viendo cómo la política mexicana pone a sus jugadores en nuevas posiciones, sin que nadie se atreva a decirlo con todas sus letras: Pablo Gómez ya no era útil en la UIF, pero aún tiene nombre para firmar una comisión sin ruido.

Así de claro. Así de mexicano.


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