Por Carlos Anguiano
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Todo inicio implica una oportunidad de cambio. Lo que funciona, sirve y vale la pena, se conserva; lo que dilata, resta y no abona, se debe de ir. El inicio de año 2025 significa un nuevo comienzo, una nueva ventana de coyunturas, de circunstancias y de situaciones que debemos de enfrentar para salir adelante, para mejorar, para avanzar en nuestros retos personales de construcción de futuro, de conservación de lo que amamos, para consolidar lazos y vínculos familiares, filiales, comunitarios y profesionales.
Con la renovación de la actitud, con la motivación de seguir vivos y proseguir luchando por alcanzar nuestros ideales, nuestros sueños y nuestros legítimos proyectos, la reflexión de apertura de un nuevo año debe evaluar al año que termina, nuestros avances, nuestros fracasos, nuestras derrotas y nuestras victorias conseguidas. Es sano detener el camino por instantes y recapitular la trayectoria, redefinir el curso y realizar ajustes a nuestro plan de vida.
En nuestro país, prácticamente si tu estas leyendo esta columna y naciste entre 1945 y el presente, es decir, cruzando desde los baby boomers, generaciones X, Y o. millennials, Z o centennials e incluso generación Alfa (2013 a la fecha), significa que viviste y atravesaste el desarrollo nacional con sobresaltos y dificultades económicas, que tienes vivencias de como se ha forjado el estado democrático con avances y con retrocesos en este país, presenciaste como la corrupción, la inseguridad y el crimen organizado han impactado de manera negativa en nuestras vidas y ahora atestiguas como los avances tecnológicos están redefiniendo la vida cotidiana en todas las esferas de nuestra sociedad.
Probablemente existan demasiadas diferencias entre los mexicanos de diferentes entidades federativas. Seguramente las brechas educativa, económica, social, cultural y tecnológica se han ido ensanchando. Seguramente lidiamos con nuestras diferencias de ideología, de costumbres, de principios. Los mexicanos tenemos mucha identidad comúnaunque simultáneamente somos muy diferentes por regiones, por estratos, por cultura y tradición.
Es momento de vencer nuestras inercias y decididrnos a dar el gran paso que nos permita redefinir nuestros objetivos comunes. Es la hora de impulsar un nuevo sueño colectivo, una nueva cultura social, un nuevo ideal y un nuevo proyecto de nación en el que convergamos todos los mexicanos, con, sin y a pesar de los políticos. Es claro que son los políticos una estructura dominante, pero no tan representativa de nuestra sociedad. Tambien es claro que los avances, los logros y la evolución mexicana no puede ni debe ni encargarse ni dejar que la encabecen los políticos. Ninguna transformación profunda podría venir, de un sector de nuestra sociedad que rechaza perder privilegios y que desea seguir controlando a la masa social. Si, la sociedad avanza más rápido y por un camino diferente al que siguen las y los políticos. El aspiracional social es más amplio que el de las estructuras de partidos, que el de los gobernantes y que el de la clase política, que pretende mantener un estado de equilibrio entre sus sistemas, a pesar de los cambios externos y a pesar del rechazo, de la apatía y del reclamo social.
Para cambiar debemos de entrada, iniciar con avances personales, contagiar a la familia y motivar a la sociedad -incluidos a las y los políticos-, a construir una nueva cultura, una nueva mentalidad común, que permita dar un nuevo rumbo, una nueva identidad que fortalezca nuestras raíces,pero nos conduzcan a nuevos niveles de conducta, enfocados en ser mejores, en el deber ser, en el bien estar, en el bien hacer. Basta de quejarse como método, que esta demostrado no sirve, no abona y no produce nada positivo. Es momento de hacer ciudadanía activa, de reconstruir la mentalidad, la cultura y por ende, a la patria. Feliz año 2025 y que sea mejor por, para y con todos nosotros.
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