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Morena: ¿Volver a los Orígenes o Perderse en el Camino?

Amaury Sánchez

Yo me acuerdo cuando Morena era una esperanza. No una maquinaria electoral, no un trampolín político, sino una causa. Un movimiento que nació en las calles, en las plazas, en las asambleas donde la gente hablaba de justicia, de dignidad, de acabar con el viejo régimen. Morena no era un partido más, era la respuesta a décadas de abusos, de fraudes, de simulación. Nació con un propósito claro: transformar el país desde abajo, con la gente, para la gente.

Y ahora, viendo lo que está pasando en Jalisco y en muchos otros estados, me pregunto: ¿en qué momento dejamos de ser diferentes? ¿En qué momento pasamos de la lucha por principios a la lucha por puestos?

Porque lo que un grupo de fundadores de Morena en Jalisco acaba de denunciar no es cualquier cosa. No son adversarios políticos, no son analistas de oposición, no son los que se subieron al barco cuando ya estaba en el poder. Son los mismos que desde el principio le pusieron el cuerpo y el corazón a este partido. Y lo que dicen es preocupante:
• La afiliación masiva de personajes del pasado,
• La entrega selectiva de credenciales,
• El uso del partido como botín de poder.

No son rumores, no son exageraciones. Es lo que está pasando. Morena, el partido que nació para combatir el viejo sistema, está cayendo en las mismas prácticas que antes combatía.

Los de Siempre Vs. Los Reciclados

A ver, no se trata de decir que alguien no tiene derecho a cambiar de ideología. Claro que todos podemos evolucionar, repensarnos, tomar otros caminos. Pero aquí el problema es otro: ¿de verdad creen que personajes como Miguel Ángel Yunes, Alejandro Murat o Alfredo del Mazo son ahora fervientes seguidores de la Cuarta Transformación? ¿O más bien están viendo en Morena una nueva casa donde acomodarse, después de haber vivido cómodamente en las cúpulas del viejo régimen?

Porque la pregunta es inevitable: si estos personajes se suman a Morena, ¿qué cambió? ¿Ellos, que toda su vida representaron lo que Morena combatía? ¿O Morena, que ahora los recibe con los brazos abiertos?

Si fuera el caso de una o dos personas, todavía podríamos hablar de excepciones. Pero no es así. Son muchos. A nivel nacional y a nivel local. Y mientras ellos entran por la puerta grande, a los de siempre, a los que han estado en las calles, se les ignora, se les relega, se les niega hasta una credencial.

Y aquí viene la parte más grave: ya ni siquiera se trata solo de aceptar a figuras del viejo régimen. Ahora también se está discriminando a los militantes de base, a los que le han dado vida al partido desde el principio. La denuncia es clara: hay un proceso de credencialización selectivo. Para algunos, credenciales inmediatas. Para otros, excusas, largas, silencio.

¿Qué mensaje se envía con esto? Que en Morena ya no importa cuánto tiempo llevas luchando por el movimiento, sino quién eres y qué tanto poder tienes.

El Valor de los de Abajo

Porque aquí está la cuestión central: Morena nació de la gente. De los que fueron a tocar puertas cuando el partido no era opción de poder, de los que defendieron su proyecto en las plazas, de los que resistieron fraudes y amenazas. Y ahora, ¿qué les toca? Ver cómo las dirigencias reparten credenciales a los de arriba mientras ellos siguen esperando.

Y no es solo cuestión de credenciales. Es el mensaje que eso envía: en Morena, ¿siguen mandando los principios o ya manda el pragmatismo?

Porque si Morena solo quiere sumar votos, entonces no importa quién se afilie. Si lo único que cuenta es ganar elecciones, entonces bienvenidos sean los Murat, los Yunes, los Del Mazo. Pero si Morena quiere seguir siendo un partido con principios, entonces no puede aceptar a cualquiera sin cuestionar su pasado. No puede pisotear a su militancia histórica para abrirle paso a los que antes fueron sus adversarios.

Cuidado con el Clientelismo

El otro gran tema es la afiliación masiva y corporativa. Un millón y medio de afiliados del SNTE, más cinco millones de sus familiares. Perdón, pero eso no es militancia, eso es control. Porque todos sabemos cómo funcionan esas adhesiones en bloque: no son ciudadanos que se suman convencidos, son estructuras de poder que negocian espacios, que llegan con sus propios intereses.

Si Morena permite que esto pase, se acabó la democracia interna. Porque esos afiliados no llegan a debatir ideas, llegan a votar en bloque. Llega el momento de una asamblea, de una elección interna, y ya sabemos quién va a ganar: el grupo que tenga el control de esas afiliaciones.

Y esto me preocupa porque Morena nació para ser la alternativa a ese sistema. Si empezamos a hacer lo mismo, ¿qué nos queda?

No Todo Está Perdido

Lo digo claro: todavía hay tiempo de corregir. Pero eso implica que Morena escuche a su gente. No a los recién llegados con cargos y apellidos, sino a los de siempre, a los que hicieron posible que este partido llegara hasta aquí.

Todavía se pueden frenar las afiliaciones masivas sin control. Todavía se pueden revisar los perfiles de quienes llegan. Todavía se puede respetar a la militancia de base.

Pero para eso hace falta voluntad. Hace falta que Morena recuerde lo que era en sus inicios.

Porque el riesgo es grande. Si Morena sigue por este camino, puede ganar elecciones, sí. Pero, ¿a qué costo? Porque si Morena se llena de los mismos de siempre, si repite los vicios del pasado, ¿qué le vamos a decir a la gente que creyó en nosotros? ¿Que todo era un engaño? ¿Que solo queríamos reemplazar a unos por otros?

Yo no quiero que Morena termine siendo un nuevo PRI con otro color. Y creo que muchos de los que estamos aquí tampoco.

Así que hay que decidir: o volvemos a los orígenes, o nos perdemos en el camino.


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