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Morena Jalisco: Entre la Sumisión y la Desviación

Por Amaury Sánchez G.

Si alguien pensó que la política era aburrida, solo tiene que mirar a Morena en Jalisco. Lo que era un partido con bandera de transformación hoy parece un remedo de lo que criticaba: clientelismo, obediencia ciega y el arte de disfrazar oportunismo con discursos de unidad.

La reciente renuncia de Brenda Carrera a la bancada no fue un berrinche ni una escenita de teatro: fue un grito de auxilio para quienes todavía creen que Morena nació para servir a la gente, no a intereses personales. Y no estuvo sola: el diputado Alejandro Puerto también se bajó del barco, dejando en claro que la bancada, de haber sido con la coalición, se deslinda de Morena. Porque aquí en Jalisco —como en todo México— los partidos Morena, Verde, Hagamos, Futuro y PT marcharon juntos en coalición. Tristemente, en cuanto ganaron, todos se deslindaron de Morena. Solo el PT, de vez en cuando, se anima a mostrar una sonrisa cómplice, recordando que alguna vez caminó con el proyecto.

Ahora queda la gran expectativa: que Carrera se mantenga independiente. Si decide saltar a otro partido, su mensaje de coherencia se perdería, y con ello, parte de la credibilidad que ganó al salir de un grupo atrapado por intereses personales. Su decisión será un espejo de cuánta ética política puede mantenerse en un escenario donde los principios se miden por conveniencia.

El Doc y el Profe: Feudos disfrazados de liderazgo

Si algo caracteriza al poder en Jalisco es su habilidad para construir feudos disfrazados de liderazgo. El Doc y el Profe son los nombres que ahora circulan como sinónimo de control territorial absoluto. Para ellos, la lealtad no se mide por principios, sino por obediencia. Y la obediencia, en este país, siempre viene acompañada de una nómina, un cargo o la promesa de un programa social que nadie supervisa.

Carrera, Puerto y algunos otros no quisieron formar parte de ese esquema. Desde la tribuna, Carrera describió a la bancada como “mediocre, gris y pusilánime”, y enumeró los programas olvidados: la pensión Mujeres Bienestar, la beca Rita Cetina, Salud Casa por Casa, vivienda para el bienestar, Vive Saludable y Vive Feliz. No es casualidad: es la evidencia de que un proyecto de transformación puede morir de rutina administrativa y de abandono de las prioridades sociales.

El dilema de la 4T en Jalisco

Morena nació para romper esquemas, para devolver la política al pueblo. Pero hoy parece más preocupada por alinearse con MC que por sostener los ideales de regeneración. La renuncia de Carrera y Puerto deja al descubierto que la bancada no actúa como equipo: actúa como un conglomerado donde la lealtad se mide por conveniencia.

En medio de este caos, los diputados Candelaria y Alberto Alfaro son como faros en una noche de tormenta. No se alinean con la lógica del poder que todo lo absorbe, y siguen defendiendo que la Cuarta Transformación llegue a Jalisco con coherencia y sin concesiones.

Coaliciones que se desdibujan

Aquí, los partidos de coalición —Verde, Hagamos, Futuro y PT— actuaron como aliados en las campañas, pero al primer signo de poder se deslindaron. Solo el PT parece recordar que alguna vez caminó con Morena, y lo hace con sonrisas esporádicas, como quien recuerda una fiesta de hace años. El resto se olvidó de la 4T y se dedicó a practicar el deporte nacional: la política de conveniencia.

Entre obediencia y principios

El riesgo para Morena es claro: un partido que premia la sumisión y castiga la crítica termina convertido en un instrumento de poder ajeno, y no en un motor de transformación. Jalisco, que debería ser laboratorio de cambios, se ha convertido en ejemplo de cómo las estructuras locales pueden secuestrar un proyecto nacional.

Carrera y Puerto decidieron salirse del club antes de que el costo de permanecer fuera de lugar fuera demasiado alto. Mientras, Candelaria y Alfaro muestran que defender principios cuesta, pero mantiene viva la esperanza. Y mientras esperamos que Brenda Carrera se mantenga independiente, su credibilidad seguirá intacta; si decide saltar a otro partido, esa coherencia política que hoy la distingue podría diluirse en un salto oportunista.

Epílogo con bisturí político

La verdadera lealtad no se mide con aplausos mecánicos, ni con cargos cómodos, ni con sonrisas a medias. Se mide defendiendo lo que se prometió: justicia social, ética pública y transformación real.

Si Morena en Jalisco no cambia de rumbo, terminará como tantos otros partidos que prometieron renovación: con un avión lleno de pasajeros resignados, un piloto feliz y un destino que ya nadie eligió. Solo queda esperar que los pocos que todavía creen en la 4T mantengan el timón firme: Candelaria y Alberto Alfaro.

Porque en la política de Jalisco —y de México— los secuestradores no usan pasamontañas: usan coaliciones que se desdibujan, discursos de unidad que olvidan sus principios… y diputados que deben decidir si seguir fieles o saltar al primer partido que les sonríe.


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