Por: Amaury Sánchez
¡Ah, la política mexicana y sus giros inesperados! Esta vez, nos encontramos con una novedad: la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha decidido que su primera visita a Jalisco será de carácter «PRIVADO». Sí, con mayúsculas, subrayado y probablemente hasta con un sello de «clasificado», porque desde Palacio Nacional quieren que lo sepamos bien clarito… pero no tan clarito.
Resulta que la Dra. Sheinbaum llega mañana viernes para una agenda discreta (que ya no lo es tanto, porque todos la conocemos). El gobernador Jesús Pablo Lemus Navarro confirmó la visita y las actividades, pero jamás dijo que era un asunto “PRIVADO”. Entonces, ¿privada para quién? Porque para los medios, los ciudadanos y hasta las redes sociales, ya es un evento público, aunque no lo quieran.
La agenda arranca en la planta de RECAL, una empresa muy industriosa y muy internacional, con operaciones en Nueva York, Houston y, claro, El Salto, Jalisco. Tal vez ahí el misterio: la presidenta quiere un ratito lejos de los reflectores para revisar recubrimientos industriales y sistemas de aislamiento térmico en paz. Cada quien con sus prioridades, ¿no?
Luego, Sheinbaum se subirá al Tren Ligero, específicamente a la Línea 4, desde Tlajomulco hasta Tlaquepaque. Aquí, uno no puede evitar imaginarla viendo por la ventana y pensando: “Qué bonito mi Jalisco… lástima que nadie puede enterarse que estoy aquí”.
Ahora, Palacio Nacional insiste con fervor casi poético en que la agenda es “PRIVADA”. Lo han repetido tanto que ya se siente como esas veces que dices “no estoy enojado” cuando claramente lo estás. Pero si es tan privado, ¿por qué lo sabemos todos? Misterios de la política contemporánea.
¿Será que Palacio Nacional quiere controlar la narrativa, las fotos, y hasta los videos de esta visita? ¿O será simplemente que Sheinbaum quiere evitarse las preguntas incómodas de los medios sobre por qué esta visita es más hermética que las recetas de una abuelita? Hasta ahora, no hay explicaciones oficiales, pero vaya que nos tienen especulando.
Y claro, también surge la pregunta del millón: ¿así serán todas las visitas presidenciales a Jalisco? Porque si cada parada viene con un letrero de “PRIVADO”, podríamos terminar con una presidencia muy pública pero poco accesible.
Al final del día, la ironía es deliciosa: una visita privada que todos conocemos, con actividades detalladas y horarios específicos. Quizás lo privado no es lo que hace la presidenta, sino lo que piensa mientras lo hace. Y ahí sí, nadie puede entrar.
Por lo pronto, estaremos atentos al desarrollo de esta “PRIVADA” agenda, que, en realidad, ya se siente como un evento público. Porque en México, cuando alguien quiere guardar un secreto… lo primero que hace es contárselo a todo el mundo.
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