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“La Geopolítica Según Trump: De Tierras Heladas a Mares Tropicales”

Por Amaury Sánchez

Si pensábamos que las únicas expansiones de Donald Trump eran las de su colección de corbatas largas, nos equivocamos. El hombre del copete imposible ha decidido que Make America Great Again no era suficiente: ahora va por “Make America Bigger Again”. Y ojo, que no es un chiste; en Washington ya están aplaudiendo la idea de anexionarse Groenlandia y, como si no fuera suficiente, ¡el mismísimo canal de Panamá!

¿Groenlandia? Claro que sí, porque qué mejor manera de calentar las relaciones con la OTAN que apoderarse de un bloque de hielo europeo. Parece que Trump piensa que los daneses tienen tanto interés en vender Groenlandia como él tiene en leer un libro. Pero, ¿quién necesita diplomacia cuando puedes usar presión militar? Y es que al parecer, la estrategia es tan simple como su peinado: si no me la vendes, ¡te la quito!

En Europa, mientras tanto, las cosas se están poniendo tensas. Merkel, Macron y compañía ya deben estar practicando cómo decir “¡déjenme en paz!” en inglés, porque la amenaza de Trump no se queda en Groenlandia. En el menú también está un golfo de México rebautizado como “golfo de Estados Unidos”, porque claro, si puedes renombrar hoteles, ¿por qué no océanos enteros?

Pero no crean que nuestros vecinos del norte están a salvo. Canadá, esa tierra de siropes y buena educación, tampoco se libra. Boicots económicos están sobre la mesa, porque al parecer, Trump no soporta que Justin Trudeau sea más guapo y tenga mejores cejas. La tensión está tan alta que los canadienses ya están considerando reforzar su frontera con un muro hecho de nieve. ¿Quién sabe? Tal vez esta vez sí lo paguen los estadounidenses.

¿Y el canal de Panamá? Bueno, ahí sí que Trump se ha puesto creativo. ¿Qué mejor forma de recordar a América Latina que todavía no está tan “grande” como él quiere que arrebatarle una de sus joyas logísticas? Si esto sigue así, en cualquier momento anunciará que México no solo paga el muro, sino que también le entrega Cancún como bono.

Mientras los republicanos aplauden como focas en un espectáculo de circo, el resto del mundo observa atónito. Uno se pregunta si esto es política exterior o el guion de una película de comedia absurda. Pero no se equivoquen: detrás del estilo bufonesco de Trump hay un peligro real. Sus amenazas, aunque a veces parezcan el producto de una noche loca en Twitter, pueden tener consecuencias globales.

Por lo pronto, aquí seguimos, entre risas nerviosas y un poco de incredulidad, esperando que alguien le explique a Trump que los mapas no son tableros de Monopoly. Porque si sigue así, no tardaremos en ver titulares sobre la “adquisición” de la Antártida. Total, nunca es demasiado tarde para expandir la colección de propiedades.


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