Por Carlos Anguiano
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La democracia es considerada como una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía. En una democracia ideal, la participación de la ciudadanía es el factor que materializa los cambios, por lo que es necesario que entre gobernantes y ciudadanos establezcan un diálogo para alcanzar objetivos comunes. La Democracia da forma a una sociedad que reconoce y respeta como valores esenciales la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, y que además les permite participar en la toma de las decisiones colectivas.
En el México contemporáneo, a finales del siglo XX, la presión social y política impulsó una serie de reformas electorales que permitieron una mayor competencia política. En el año 2000, Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), ganó las elecciones presidenciales, poniendo fin a más de 70 años de gobierno del PRI. Nuevas transiciones permitieron un segundo gobierno panista, el de Felipe Calderón Hinojosa en 2006 y después, el regreso al poder del PRI con Enrique Peña Nieto en 2012. Una nueva transición llevó al poder a Andrés Manuel López Obrador en 2018 y la cuarta transformación obtuvo un segundo mandato en 2024 con la morenista Claudia Sheinbaum.
La democracia en México ha sido un proceso gradual y complejo, con avances y retrocesos. Ahora nuestra nación enfrenta nuevos desafíos y perspectivas dignas de analizar: es cierto que México ha experimentado una mayor pluralidad política y libertad de expresión durante el siglo XXI, pero sin embargo, el país aún enfrenta desafíos importantes, como la violencia, la corrupción y la desigualdad. Enfrentamos aún desafíos importantes para consolidar nuestra democracia y garantizar la igualdad y la justicia para todos los mexicanos.
Ahora, estamos inmersos ya en el proceso para la Elección Extraordinaria del Poder Judicial de la Federación, que será el 1 de junio del 2025. Este proceso es el primero que se celebra en México, en el que se elegirán los cargos de Ministras y Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), las Magistraturas de las Salas Superior y Regionales del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), las personas integrantes del Tribunal de Disciplina Judicial y Magistraturas de Circuito y Personas Juzgadoras de Distrito.
Varios retos de esta elección, son arrastrados de las elecciones ordinarias anteriores, empezando por la organización electoral, sometida a reducción de presupuesto, donde El Instituto Nacional Electoral (INE) tiene la responsabilidad fundamental de garantizar la celebración de elecciones libres, auténticas, asegurando el cumplimiento de los siguientes principios rectores: certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, objetividad y máxima publicidad.
Otros factores que deberán enfrentarse son la violencia y presencia del crimen organizado en diversas partes del país, así como el no permitir el financiamiento turbio de las campañas de las y los candidatos. Añada como un problema adicional, el alto nivel de desconocimiento popular que tienen quienes aparecerán con su nombre y apellidos, sin logotipos de partido político, sin fotografía, en un listado alfabético, en las boletas para el voto, así como que cada elector podrá tener hasta 5 boletas, una por cada tipo de elección diferente, en las cuales deberá seleccionar a quienes decida otórgales el voto.
La complejidad que reviste esta elección extraordinaria, exige además promover que tenga participación ciudadana, para legitimar a quienes resulten ganadores, en un proceso nuevo, que deberá revisarse a su conclusión, pues deberá de repetirse en tan solo dos años, para elegir a la otra mitad de miembros del Poder Judicial que faltarían aún. De que la elección tenga electores y votos, así como de garantizar la integridad y la credibilidad del INE, depende en mucho el futuro de las elecciones en México y dependiendo de ello se debilitará o fortalecerá el modelo democrático en el país.
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