Por Amaury Sánchez
Jalisco se alista para cerrar el telón del espectáculo llamado Enrique Alfaro y abrir otro con Pablo Lemus como protagonista. Este viernes 6 de diciembre, Alfaro se despide, aunque no del todo. Porque como buen político mexicano, ya dejó caer el micrófono y anunció su spin-off: un nuevo partido llamado Alianza Ciudadana, que suena más a liga de superhéroes en bancarrota que a una propuesta política seria. Y, como si estuviera grabando un tráiler de Netflix, cerró su mandato con la frase “Esta historia continuará”. Por el bien de Jalisco, esperemos que solo se refiera a un partido de fútbol… y no al que quiere inventar.
¿Cómo se recordará a Alfaro?
¿Será el gobernador que prometió refundar Jalisco y terminó refundiéndolo? ¿El líder de la autocrítica cero y el ego al 100%? ¿El estratega que aseguró haber ganado la batalla contra la inseguridad con estadísticas que solo él entendía? Porque de que hubo avances históricos, los hubo… en el número de desaparecidos y homicidios.
De entrada, el legado de Alfaro es un estado que parece haber salido de una novela trágica. Jalisco está golpeado, desgastado y herido. La crisis de los desaparecidos será su marca personal, algo que ni sus bots en redes ni sus discursos podrán borrar. Si antes de Alfaro, Jalisco era conocido por su tequila y su mariachi, ahora tristemente se le recuerda por las fosas clandestinas.
Su legado: ni héroe, ni mártir…
Más que gobernador, Alfaro fue el protagonista de un reality show. Con su tono de indignación permanente, se autodenominaba el salvador de Jalisco, mientras culpaba a todos (menos a sí mismo) de los problemas del estado. Su habilidad para manipular cifras y rehuir responsabilidades fue digna de un mago: hacía desaparecer sus errores y multiplicar sus supuestos logros.
Pero lo que sí es difícil de desaparecer son los retos que hereda a Pablo Lemus: inseguridad desbordada, un sistema de justicia colapsado y una sociedad cansada. Lemus tendrá que enfrentarse a las heridas que Alfaro dejó abiertas, mientras lidia con la sombra de un exgobernador que insiste en seguir siendo protagonista.
¿Y ahora, Alianza Ciudadana?
El anuncio del nuevo partido de Alfaro, Alianza Ciudadana, es como esas películas de terror que nadie pidió: no queremos verla, pero ahí estará. Lo curioso es que, según él, todo Movimiento Ciudadano se afiliará automáticamente a su nueva aventura política. ¿Y si no quieren? ¿También tiene un bot que los obligará?
La frase “Esta historia continuará” suena más a amenaza que a promesa. Porque si algo necesita Jalisco ahora es menos protagonismo y más resultados. Si Alfaro quiere continuar su historia, que sea desde la grada, viendo cómo Lemus intenta reparar el estado que dejó hecho un caos.
El fin
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