Por Carlos Anguiano
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México no logra consolidar propuestas de solución nuevas a problemas viejos. La creciente dependencia económica hacia los Estados Unidos de América, ha marcado sin duda la historia de ambas naciones e incluso es uno de los factores macro económicos más relevantes del continente americano. Lo que podría significar y que decenas de países anhelarían tener, es una zona fronteriza como la que divide a México de los Estados Unidos. La frontera entre México y Estados Unidos mide 3,152 km. Es la frontera más amplia de México y se extiende desde el Monumento 258, al noroeste de Tijuana, hasta la desembocadura del Río Bravo en el Golfo de México. Ese factor, privilegio que a algunos les incomoda, genera un alto flujo comercial que a ambas naciones beneficia e incluso, junto con Canadá, constituyen el TMEC, tratado comercial que ha dado buenos dividendos a todas las naciones involucradas, por el tamaño del mercado que representan y el potencial comercial que significan.
Otras opciones comerciales y tratados internacionales son atractivos y no han sido tan explotados por México, situación que agudiza y recrudece su dependencia económica y su vulnerabilidad ante su socio y vecino, Estados Unidos. En 1989 se constituyó La Cooperación Económica Asia-Pacífico, más conocida como APEC (del inglés Asia-Pacific Economic Cooperation), foro multilateral creado con el fin de consolidar el crecimiento y la prosperidad de los países alrededor del océano Pacífico, que trata temas relacionados con el intercambio comercial, coordinación económica y cooperación entre sus integrantes.México logra ser admitido en 1993, lo cual ha permitido que nuestra nación exporte a los otros 20 países miembros de APEC, incluidos los Estados Unidos, automóviles, aceites crudos, autopartes y autotransportes. La alternativa comercial de la APEC representa el 40% de la población mundial, cerca de la mitad del comercio mundial y más del 60% del PIB mundial.
Según datos de la Organización Mundial de Comercio, en 2023 las exportaciones de bienes y servicios desde México sumaron más de 593 mil millones de dólares, ubicando al país como el 9º exportador y el 12° importador en el mundo.La frialdad de las estadísticas revela que aproximadamente seis millones de empleos en Estados Unidos dependen del comercio con México y cada minuto se comercia cerca de un millón de dólares y en 2023, EE.UU. registró déficits comerciales con México de $152,473.5 millones de dólares.
Nuestra relación con los vecinos es sumamente importante, prioritaria, beneficia para México y para sus habitantes, vital de cuidar y fortalecer, pero… no fue, no es ni será suficiente. México debe abordar nuevas estrategias, atrevidas, divergentes, modernas y actuales. El mundo ha dejado de ser un globo bipolar y hoy por hoy, el comercio electrónico ha disuelto las fronteras y permite comercializar con todo el planeta en tiempo prácticamente real. El mundo es de quien se lo coma y esa afirmación la han entendido categóricamente los asiáticos, que devoran a trozos gigantes e invaden el resto del mundo con sus mercancías, imponiendo precios y marcando el rumbo y la visión del mercado.
Hoy, los embates propagandísticos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, provoca rechazo, alarma y enojo a millones de mexicanos que no entienden que él, simplemente está haciendo su trabajo, sirviéndole a quienes lo eligieron respondiendo al interés superior de los Estados Unidos, sin conceder ni permitir ventajas a los demás países del mundo, incluido, México. Eso mismo deberían de haber hecho los expresidentes de México y la actual presidenta. El mundo ha girado poniéndole una pausa a la globalización económica, regresando a los estados nacionales fuertes. Primero hacia adentro, después, el mundo exterior. ¿Qué hay de malo en ello, cuando parece ser una respuesta correcta a los problemas nacionales de su país y una solución que beneficia a cientos de millones de norteamericanos?
¿Seguiremos usando a Trump como el pretexto para nuestra corrupción, nuestra incapacidad, nuestra falta de competencia, nuestro rezago educativo, nuestra perdida de competitividad y nuestra lentitud en intentar entender las reglas de la economía mundial? La virtud debe de ser propia y esperar el descalabro de otro para estar bien nosotros es tremendamente mediocre, síntoma de ineptitud y de no poder con el barco que deberíamos dirigir hacia un mejor destino.
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