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El honor no se mancha (respuesta a quienes calumnian sin rostro ni prueba)

Por Amaury Sánchez G.

En estos tiempos donde la verdad apenas tiene espacio entre los titulares estridentes y las acusaciones sin rostro, es necesario levantar la pluma —no como lanza, sino como brújula— para defender a los hombres que aún caminan rectos, incluso cuando el barro les llega a los tobillos. Esta columna no nace del capricho ni del encubrimiento, sino de la necesidad ética de responder a una nota publicada recientemente, que intenta manchar sin pruebas el nombre del Doctor Víctor Hugo Pérez Rojas, uno de los más íntegros y comprometidos servidores públicos que ha tenido este país.

La nota —difundida con sigilo y mala fe, como suelen hacerlo los que no tienen verdad que los respalde— acusa, insinúa, sugiere, pero nunca demuestra. Habla de “recurrentes quejas”, de “molestadas” anónimas y de un supuesto acoso que nadie ha tenido la valentía ni la decencia de denunciar formalmente. Como si con frases vagas y fuentes sin nombre pudiera destruirse una trayectoria de años, tejida con trabajo, respeto y resultados.

Los que conocen al Doctor Pérez Rojas en los pasillos de Liconsa —ya sea en las oficinas centrales o en los estados— saben que su trato ha sido siempre firme pero justo, respetuoso, especialmente con las mujeres que integran el servicio público. No ha habido en su conducta nada que merezca duda, y mucho menos condena. En un país donde los verdaderos abusadores muchas veces caminan impunes, pretender fabricar un culpable sin evidencia no sólo es ruin, sino irresponsable.

Esta columna es, pues, una respuesta. Una respuesta que no grita ni insulta, pero que no calla. Porque el silencio, cuando se enfrenta a la calumnia, puede ser cómplice. Y porque el honor de un hombre no se negocia ni se ensucia con rumores disfrazados de periodismo.

No basta con decir que “se ha sabido observado” para insinuar conducta indebida. Lo observado ha sido, en todo caso, su incansable trabajo, su compromiso por erradicar la corrupción y su esfuerzo por hacer de Liconsa un organismo más humano y eficiente. Quienes lo han querido callar, lo acusan ahora. Quienes han visto amenazados sus privilegios, disfrazan su revancha de supuesta denuncia.

Pero el Doctor Víctor Hugo Pérez Rojas sigue caminando. Con la frente en alto, con la mirada serena del que no debe nada, y con el expediente limpio que sólo la verdad puede ofrecer.

No nos dejemos confundir. Esta no es una defensa ciega: es una exigencia de justicia, una invitación al pensamiento crítico, y un recordatorio de que los buenos también merecen que se les defienda.


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