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“Comunismo prêt-à-porter: Mamdani y el simulacro socialista en la ciudad de los Rockefeller”


Jorge Eduardo García

Zohran Mamdani, nuevo alcalde de Nueva York, representa una estética socialista que, desde la mirada de George Steiner, podría ser más moda que convicción: un simulacro de comunismo en la tierra del capital.
En la ciudad que vio nacer a los Rockefeller y donde el capital financiero se pasea como emperador sin corona, emerge Zohran Mamdani, el nuevo alcalde de Nueva York, con una estética socialista que inquieta tanto a Wall Street como a los lectores de George Steiner. Mamdani, joven, musulmán, inmigrante y autodefinido como socialista democrático, ha sido presentado como el rostro de una nueva izquierda urbana. Pero ¿es esta izquierda una convicción o una moda?
Desde la perspectiva de Steiner en La idea de Europa, el comunismo no es un accesorio ideológico, sino una experiencia histórica marcada por sangre, exilio y pensamiento profundo. Europa, dice Steiner, es memoria, es café y conversación, es tragedia y redención. El comunismo europeo fue vivido, sufrido, debatido en cafés vieneses y sótanos parisinos. No fue una estética, fue una herida. En contraste, lo que Mamdani representa parece más cercano al marketing político que a la praxis revolucionaria.
Su discurso contra Trump, su defensa de los inmigrantes y su crítica a Israel, aunque valientes, se insertan en una narrativa que busca viralidad más que transformación. En redes sociales, su figura se consume como un producto: joven, diverso, disruptivo. Pero ¿puede el comunismo ser disruptivo en Manhattan sin ser absorbido por el espectáculo?
En este sentido, Mamdani encarna lo que Steiner habría llamado una “tragedia menor”: la banalización de las ideas profundas. El comunismo como moda, como prenda prêt-à-porter, como símbolo de rebeldía sin sacrificio. En la tierra de los Rockefeller, donde el capital es religión, el comunismo no puede ser estilo de vida sin convertirse en simulacro.
La pregunta que se impone no es si Mamdani es comunista, sino si el comunismo puede sobrevivir a su estetización. ¿Puede una idea que nació en la miseria obrera y en la filosofía dialéctica ser convertida en eslogan sin perder su alma? ¿O estamos ante una nueva forma de consumo ideológico, donde el socialismo se vende como café orgánico y tote bag?
La figura de Mamdani, vista desde Steiner, no representa una revolución, sino una puesta en escena. En Nueva York, el comunismo no se vive: se modela, se tuitea, se vota. Pero no se sufre. Y sin sufrimiento, diría Steiner, no hay Europa. Y sin Europa, no hay comunismo.


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