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Ernesto Zedillo: ¿Tecnócrata, demócrata o simulador entreguista?


Por Jorge Eduardo García

La Verdad Jalisco

En el teatro político mexicano, Ernesto Zedillo aparece como un personaje de doble rostro: el economista de Yale que prometía estabilidad, el presidente que permitió la alternancia democrática, y el operador silencioso de una entrega sistemática del patrimonio nacional. ¿Fue Zedillo un reformador honesto o un simulador disfrazado de estadista?

🎓 El tecnócrata que privatizó el alma ferroviaria

Zedillo llegó al poder en 1994, tras el asesinato de Colosio y el colapso del salinismo. Su formación como economista lo convirtió en el rostro de la tecnocracia: cifras, modelos, eficiencia. Pero bajo esa lógica, México perdió sus ferrocarriles, entregados a Grupo México en una operación que aún huele a concesión sin retorno. El país dejó de conectar pueblos por vía férrea para conectar capitales por fibra óptica. ¿Modernización o despojo?

🗳️El demócrata que cedió el poder sin disparar

En 2000, Zedillo reconoció el triunfo de Vicente Fox. Fue el primer presidente priista en entregar el poder sin simulacros ni fraudes. Se le aplaude por fortalecer al IFE y permitir la alternancia. Pero ¿fue convicción democrática o cálculo político? ¿Un acto de grandeza o una retirada estratégica para blindar su legado y evitar juicios? El simulador que convirtió deuda privada en deuda pública

El Fobaproa es su herida más profunda. Bancos quebrados fueron rescatados con dinero público, y la deuda se socializó. Zedillo lo presentó como medida inevitable, pero millones de mexicanos aún pagan intereses por errores ajenos. ¿Fue un acto de responsabilidad o una traición silenciosa al pueblo?

El estratega que traicionó al EZLN

Mientras enviaba emisarios a dialogar con el EZLN, Zedillo autorizó la revelación de la identidad del subcomandante Marcos. El gesto fue interpretado como una traición, una jugada de inteligencia que rompió la confianza. ¿Demócrata que dialoga o simulador que infiltra?

Zedillo no es un personaje plano. Es un símbolo de la transición, pero también del despojo. Un tecnócrata que hablaba de eficiencia mientras privatizaba el alma del país. Un demócrata que cedía el poder mientras blindaba intereses. Un simulador que entregaba sin disparar, pero también sin consultar.

En el juicio de la historia, Zedillo no será recordado por sus discursos, sino por sus silencios. Por las concesiones que hizo sin preguntar. Por las decisiones que aún pesan en el bolsillo y la memoria de México.


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