Por Amaury Sánchez G.
El ocho de septiembre llegó a San Lázaro el paquete económico 2026. Un tocho de 101 billones de pesos en gasto público que, si uno lo apilara en billetes de a cien, alcanzaría para construir una escalera al cielo y otra de regreso. El secretario de Hacienda, Edgar Amador, lo entregó con cara de “no me pidan explicaciones, yo solo traje el sobre”.
Pero el verdadero show no fue la entrega, sino la recepción. Ahí apareció Mery Pozos, presidenta de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, con la calma de quien sabe que tiene en las manos la chequera más codiciada del país. Edgar podrá ser el matemático, pero Mery es la que tiene la pluma. Y en política, ya se sabe: el que firma, manda.
En dos frases, la diputada acomodó a todo mundo:
1. A los bancos les cerró la ventanilla. Se acabó la deducibilidad de las aportaciones al IPAB. Traducido: los financieros ya no podrán disfrazar de pobrecitos sus multimillonarias cuentas. Diez mil millones de pesos que antes servían para curarles la resaca ahora se van a temas prioritarios. ¡Ándele, señor banquero, búsquese otro psicólogo fiscal!
2. Al pueblo le dio calmadita. No habrá impuestos nuevos. Ni IVA a las tortillas, ni ISR al bolillo. Los programas sociales siguen firmes. Un alivio en un país donde el simple rumor de que subirá la gasolina hace temblar más que un sismo.
Y como buena política con colmillo, Mery no olvidó la bendita tierra que la parió: Jalisco. Entre números y discursos anunció que Morena peleará recursos para rehabilitar la red carretera. Que si a usted se le rompen las muelas en los baches de la libre a Colima, no se preocupe: ahí viene la diputada con presupuesto en mano.
La discusión, dice ella, será “plural, transparente y respetuosa”. Eso en castellano significa: todos hablarán, pero yo decidiré. Porque, seamos sinceros, en San Lázaro la transparencia se mide en el grosor de las cortinas de la sala de juntas.
Lo que queda claro es que Mery Pozos no está jugando al florero. Está marcando territorio político, nacional y local. Mientras otros legisladores suben TikToks bailando, ella negocia partidas de miles de millones. Y esa diferencia, mis queridos lectores, es la que distingue al político de caricatura del operador con futuro.
El presupuesto se aprobará antes del 15 de noviembre. Y cuando ocurra, todos dirán que fue un proceso terso, cordial y hasta aburrido. Pero no se engañen: detrás de cada acuerdo, de cada coma y de cada partida, estará la mano de Mery Pozos.
Porque en esta feria de cifras y discursos, los secretarios de Hacienda pueden traer la calculadora, pero la reina de las cuentas es la que tiene la pluma. Y esa pluma, hoy por hoy, la sostiene Mery Pozos.
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