Por, Rubén Iñiguez
Claudia Sheinbaum presentó su primer informe de gobierno, un corte de caja de un año complicado y pesado. Desde el inicio, ha tenido que cargar con una loza que pocos podrían imaginar: por un lado, el legado del Obradorato, que la impulsó a la presidencia, y por otro, las resistencias y contrapesos que surgieron desde el primer día.
No han faltado obstáculos. La imposición de la nueva comisionada nacional de los derechos humanos, el desdén mostrado en el Zócalo capitalino y la resistencia a aprobar sus iniciativas de ley —como la no reelección y el no nepotismo— fueron solo algunos de los retos iniciales. Todo esto ha ocurrido mientras Sheinbaum trataba de gobernar un país con problemas de violencia que superan incluso los niveles de administraciones pasadas.
La seguridad ha sido un tema que pesa mucho. La fallida estrategia de “abrazos, no balazos” y los decomisos históricos de huachicol demostraron que la violencia y el crimen organizado no desaparecieron con decretos ni anuncios oficiales. Hoy, la presidenta ha logrado algunos avances, pero todavía queda mucho por hacer para garantizar que los ciudadanos puedan sentirse seguros.
En materia económica, la situación es complicada. La inversión privada sigue sin despegar y la economía está estancada. Hay esfuerzos y programas en marcha, pero los resultados son limitados. La pandemia, la inflación y la guerra comercial con Estados Unidos han dejado una carga adicional que su gobierno ha tenido que enfrentar desde el primer día.
En el combate a la delincuencia organizada, algunas estrategias empiezan a mostrar resultados. La coordinación con fuerzas federales y locales ha permitido desarticular grupos y frenar algunos delitos de alto impacto. Sin embargo, los índices de violencia todavía son altos, y queda claro que se trata de un trabajo a largo plazo.
A pesar de todo esto, Sheinbaum mantiene un apoyo importante entre la ciudadanía. Su gestión ha dado señales de que se preocupa por atender problemas que a los mexicanos les importan: seguridad, salud, educación e infraestructura. No ha sido fácil, pero la presidenta ha buscado equilibrar la firmeza con la cercanía con la gente.
El gran reto llegará en 2027, cuando se renovarán 17 gubernaturas. La pregunta que todos se hacen es cuántas de estas serán afines a Sheinbaum y cuántas seguirán vinculadas a AMLO. Ese año pondrá a prueba la fuerza política que ha logrado consolidar y definirá en gran medida su futuro político.
En conclusión, el primer año de Claudia Sheinbaum ha sido un periodo de ajustes y aprendizajes, donde ha tenido que enfrentarse a problemas heredados y a situaciones imprevistas. Si logra mantener el rumbo y corregir lo que no ha funcionado, no solo podría consolidar su proyecto político, sino también aspirar a convertirse en la primer presidenta que dejó un legado positivo en nuestro país, falta mucho para que eso suceda, pero por ahora, lo que queda claro es que ha empezado a enfrentar los problemas que a los mexicanos realmente les preocupan.
Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que La Verdad Jalisco no se hace responsable de los mismos.