Por Amaury Sánchez G.
Ah, Morena… ese partido que presume disciplina espartana pero de pronto se parece más a una posada sin lista de invitados: unos llegan con tambora, otros salen por la puerta de atrás, y algunos simplemente no aparecen. Y no, no es porque estén en un retiro espiritual. Es que, según el buen Noroña —que siempre tiene un megáfono de repuesto en el alma—, «la gente tiene derecho a descansar también».
Así justificó, sin tartamudear ni reírse (que tiene su mérito), la ausencia de Andrés Manuel López Beltrán, alias «Andy», el hijo del fundador, que desde el tropezón electoral en Durango y Veracruz no ha querido ni asomarse a la banqueta. Nada más faltó que Noroña dijera que Andy andaba en un spa de ideología regenerativa, porque eso de irse de viaje justo cuando se define el futuro de tu partido… huele a mojito con evasión.
Pero no estuvo solo en su ausencia. También Ricardo Monreal, ese lobo de mil inviernos que ya no aúlla como antes, se ausentó alegando un “compromiso familiar”. Vaya, que entre compromisos y vacaciones, el Consejo parecía más una reunión de suplentes que un cónclave de poder. ¡Hasta el exgobernador Adán Augusto López apareció con cara de “yo no fui” mientras el escándalo de su exsecretario de seguridad lo seguía como sombra pegajosa!
Y mientras las grandes figuras se evaporaban como promesas en campaña, la que se fajó fue Luisa María Alcalde, presidenta del CEN, que en su discurso sonó como madre regañona: “Aquí no hay impunidad, ni encubrimientos, ni traición al pueblo”. Palabras firmes, pero difícil no pensar en un “háganse, que ahí viene la prensa”.
Porque si algo está claro, es que la ausencia de Andy no fue menor. No es lo mismo que falte el de la tómbola número 212 que el hijo del líder moral del movimiento. Su ausencia, aunque decorada con justificante oficial de “viaje personal”, habla de un vacío político simbólico. ¿Está molesto? ¿Le están cuidando la imagen? ¿Se está guardando para una candidatura o simplemente ya se hartó de las grillas?
Y Monreal… bueno, ese ya parece estar en modo stand by, como tele apagada con el foquito rojo prendido. Envió su cartita, sí, pero no olvidemos que este es el mismo Monreal que hace meses quería ser presidente y hoy manda excusas como si se tratara de no ir a la reunión de vecinos.
El problema no es que falten, es lo que representan sus ausencias: incertidumbre, fracturas suaves, señales de que en Morena las aguas están más revueltas de lo que Luisa María quiere reconocer. Porque si el partido está en plena cirugía estatutaria, discutiendo reelección y renovación interna, no se vale dejar el quirófano sin anestesia… ¡y sin cirujanos!
En resumen: que Noroña justifique, que Monreal excuse y que Andy viaje, pero que no nos quieran vender el cuento de que no pasa nada. En política, como en las telenovelas, cuando un personaje importante desaparece… es porque algo se está cocinando. Y si no nos invitan al banquete, al menos que no nos quieran dar atolito con el dedo.
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