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El León no es como lo pintan ni todos son de su condición


Por Jorge Eduardo García

Mientras Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad Pública en Tabasco, se da a la fuga ante acusaciones de presuntos vínculos con el grupo criminal conocido como “La Barredora”, otro personaje de ese mismo entorno permanece en silencio, escudado ahora en su fuero como magistrado: Ricardo León Caraveo.

No es un secreto. Entre 2019 y 2020, Caraveo se desempeñó como asesor en el gobierno estatal de Adán Augusto López Hernández, justo cuando Bermúdez era el titular de la Secretaría de Seguridad Pública del estado. Ambos formaban parte del mismo gabinete, del mismo círculo. Uno dirigía la estrategia de seguridad. El otro, desde el área jurídica, asesoraba decisiones que impactaban directamente en las instituciones locales. Hoy, uno está prófugo y el otro intenta blindarse desde los medios de comunicación, denunciando una supuesta persecución en su contra desde el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, donde actualmente despacha como magistrado.

Pero lo cierto es que Caraveo acumula señalamientos documentados, tanto por parte de personal del TFJA como de litigantes, por actos de corrupción, amenazas a servidores públicos, omisión de funciones, y una negativa sistemática a dictar sentencias. En su paso por Jalisco, simplemente nunca trabajó, un total aviador. Hoy, en Tabasco, sigue la misma ruta: no trabaja, pero sí genera conflictos. En lugar de abonar a la estabilidad institucional, dinamita la operación desde dentro. Muerde la mano que le da de comer.

Quienes conocen bien al tabasqueño saben que siempre fue detractor de la ahora presidenta Claudia Sheinbaum. Dentro del propio movimiento fue un opositor constante a sus ideas, apostando abiertamente por Adán Augusto López en la disputa interna. Hoy, sin pudor, intenta colocarse como voz del cambio judicial, autoproclamándose defensor de la Cuarta Transformación y representante de los nuevos magistrados. Pero quienes sí forman parte de ese proyecto afirman todo lo contrario: Caraveo no representa los valores del movimiento, ni en ética ni en resultados.

Los hechos están ahí. Los vínculos también. La pregunta es directa: ¿quién rinde cuentas? Porque si hoy Bermúdez Requena es prófugo, no puede ignorarse que Caraveo formó parte del mismo esquema. Mientras uno corre, el otro se oculta tras discursos mediáticos. Pero el pueblo —y la justicia— ya no pueden seguir pagando las facturas del silencio.


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