Por Amaury Sánchez G.
En Jalisco no pasa nada… salvo que te maten frente a cámaras HD, en pleno Zapopan, y que la patrulla llegue cuando ya están recogiendo los conos naranjas del levantamiento de cadáver. Es que, como bien nos ilustró el Secretario General de Gobierno, Salvador Zamora Zamora —doblemente Zamora, por si no quedaba claro—, las cámaras del C5 sí funcionaron. Lo que no funcionó, mire usted qué detalle, fue la policía.
«Fue un tema de velocidad de reacción», dijo el buen Zamora, como quien justifica llegar tarde al velorio porque el Waze no avisó que había tráfico. Es decir, las cámaras estaban viendo todo, hasta el ángulo bueno del crimen, pero nadie supo qué hacer con esa película. ¿Netflix? ¿YouTube? ¿Memoria institucional para la impunidad? Uno nunca sabe.
Mientras tanto, el gobierno estatal, con la templanza de quien ya se resignó, califica los asesinatos del exdiputado Armando Córdova y de la influencer Valeria Márquez como “asuntos aislados”. Y uno, ingenuo, se pregunta: ¿aislados de qué? ¿Del resto del país o del interés de las autoridades por hacer algo?
Porque, a ver, que te reconozcan que no tienen capacidad de reacción es como si el bombero llegara a la casa en llamas y te dijera: “la manguera funciona, pero hoy no traemos agua”. Agradecido debe sentirse el crimen organizado, que ya ni necesita esconderse. Sale a cuadro con la confianza del protagonista de novela turca.
Y claro, ni un detenido. Nadie señalado. Nadie perseguido. Nadie regañado. Porque aquí, cuando algo falla, lo metemos al cajón de “las cosas que pasan” y lo tapamos con un boletín de prensa lleno de tecnicismos y excusas. Eso sí, con tipografía moderna.
Lo peor es que esto no es chiste —aunque lo parezca—. Porque si matar a una figura política y a una influencer no amerita una reacción eficaz, ¿qué esperanza le queda al hijo del panadero o la señora que vende jugos en la esquina? Ya ni cámaras les tocan, y si las hay, de todos modos no sirven más que para narrar el crimen con voz en off y música de fondo.
En conclusión: en Jalisco, las cámaras ven todo… menos a la justicia llegar.
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