Amaury Sánchez
El nuevo Papa estrena sotana con un mensaje directo al hígado del sistema económico y una reunión inesperada con la presidenta peruana que dejó a más de un cardenal levantando la ceja.
Por: Amaury Sánchez G.
Ciudad del Vaticano, olor a incienso y nerviosismo global. Apenas se sentó en el trono de San Pedro, León XIV soltó lo que en el mundo clerical equivale a una bomba molotov: “el capitalismo salvaje deshumaniza, margina y convierte al prójimo en algoritmo”. Y no, no estaba hablando de TikTok. Lo dijo con voz serena, pero con la contundencia de quien sabe que el Espíritu Santo ya no viaja en primera clase.
Pero el verdadero guión del día no lo escribió el Espíritu, sino el protocolo diplomático: antes de la misa inaugural, León XIV recibió en audiencia privada a la presidenta del Perú, Dina Boluarte. Nadie entendía si era un gesto de fe, de geopolítica… o de misericordia anticipada. Lo cierto es que se saludaron cordialmente, y hablaron del “bien común”, según reportes vaticanos. Aunque no se descarta que hayan compartido un par de silencios incómodos, esos que ni con bendición se digieren fácil.
¿Un Papa anticapitalista? Pues sí, pero con matices.
León XIV —nombre de rugido leonino, pero cara de monaguillo aplicado— no es el primero en lanzarle indirectas al mercado. Ya Francisco había calentado el púlpito con frases contra “la idolatría del dinero”, pero León parece que viene con la versión extendida y sin censura. Habla de economía con palabras de encíclica, pero la puntería de quien ha leído a Marx en latín.
La escena con Boluarte dejó a medio continente preguntándose: ¿Por qué ella? ¿Es Perú el nuevo Israel? ¿Le llevan cuy bendito o una carpeta con el currículum de los Andes? Nada está claro, pero la imagen ya circula como estampita viral.
¿Y ahora qué?
Pues ahora se vienen días de mucha misa y más análisis. Hay quien teme que el nuevo pontífice se meta hasta la cocina de los G7 y que quiera convertir el Vaticano en una especie de ONU de almas pobres. Otros, en cambio, respiran aliviados: al menos este Papa no pidió un jet privado.
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