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El Desmantelamiento del DEI en Estados Unidos: Repercusiones Políticas, Económicas y Sociales en América


Por Amaury Sánchez

Si algo ha quedado claro en la política estadounidense es que cada presidente juega a desmontar el legado de su predecesor como si estuviera desarmando una bomba de relojería dejada en la Oficina Oval. Con la firma de un decreto, Donald Trump ha declarado ilegales los programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI, por sus siglas en inglés), lo que no solo cambia el curso de la política interna, sino que también sacude los cimientos corporativos y repercute en el resto del continente.

Este giro es, en esencia, un golpe estratégico en la batalla cultural que define el presente de Estados Unidos. Para la base electoral trumpista, el DEI representa un exceso del progresismo woke, un adoctrinamiento forzado que, según ellos, prioriza la corrección política sobre la meritocracia. Para los sectores progresistas, en cambio, la eliminación de estos programas es la señal más clara de que el país retrocede en materia de derechos civiles y acceso equitativo a oportunidades.

1. Efectos políticos: la guerra cultural como motor de campaña

No es casualidad que este decreto llegue en un año electoral. Trump está en plena construcción de su plataforma de campaña para 2024, y una de sus estrategias más efectivas es ofrecer a su base un enemigo claro: el progresismo identitario. Al declarar ilegales estos programas, está consolidando su narrativa de “rescate de la nación” frente a lo que él considera la degeneración izquierdista.

El impacto político de esta medida no se limita a EE.UU. En América Latina, donde los discursos de derecha populista han ganado fuerza, esto podría servir como referencia para líderes que buscan impulsar su propia agenda contra la “ideología de género” y el “marxismo cultural”. En países como Argentina, donde el gobierno de Javier Milei ya ha tomado una postura de confrontación con el feminismo y el progresismo, esta decisión de Trump podría ser vista como un respaldo implícito a su línea política.

2. Impacto en las grandes corporaciones: ¿capitalismo sin inclusión?

El retiro de las empresas de sus iniciativas DEI es quizás la señal más clara de que el sector privado ya está leyendo el nuevo viento político y jurídico en EE.UU. Compañías como Meta, Amazon y Walmart no solo están protegiéndose de posibles represalias legales, sino que también están respondiendo a un mercado laboral donde los valores están en disputa.

El problema es que, sin políticas activas de inclusión, el sesgo estructural en la contratación y promoción de empleados volverá a ser un tema de fricción. Para América Latina, donde muchas empresas multinacionales siguen la tendencia de sus matrices estadounidenses, esto podría significar un retroceso en la implementación de políticas de inclusión laboral y reducción de brechas de género y raza.

3. Consecuencias sociales: ¿quién pierde realmente?

Más allá de la batalla discursiva, la eliminación del DEI tiene impactos concretos en sectores históricamente marginados. Programas de acceso para minorías raciales, apoyo a mujeres en sectores dominados por hombres y estrategias de inclusión para comunidades LGBTQ+ ahora se enfrentan a la incertidumbre.

En América Latina, donde muchos países han avanzado lentamente en políticas de inclusión laboral y educativa, este giro en EE.UU. podría servir de excusa para frenar esas iniciativas bajo el argumento de que “si los estadounidenses lo están quitando, es porque no funciona”. En otras palabras, el trumpismo exporta no solo su modelo político, sino también su resistencia a la equidad.

Conclusión: un retroceso con repercusiones globales

Lo que Trump ha firmado con un bolígrafo es mucho más que una orden ejecutiva: es un mensaje de que el modelo estadounidense de diversidad e inclusión está en retirada. Esto afectará la manera en que las empresas contratan, cómo los países latinoamericanos diseñan sus propias políticas de equidad y cómo los discursos de la derecha encuentran eco en la región.

Las guerras culturales importan porque definen qué valores predominan en el futuro inmediato. Y si algo ha demostrado la historia es que lo que empieza en Washington rara vez se queda en Washington.


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