Por Carlos Anguiano
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La democracia es considerada como una forma justa y conveniente de gobierno para vivir en armonía. En una democracia ideal la participación de la ciudadanía es el factor que materializa los cambios, por lo que es necesario que entre gobernantes y ciudadanos establezcan un diálogo para alcanzar objetivos comunes. En tiempos actuales, la democracia está siendo sometida a pruebas y al escrutinio de la población de múltiples países. Se revisa la validez y permanencia de las monarquías, se analizan gobiernos de corte autoritario y que ponen en duda a la democracia e incluso los derechos humanos de sus habitantes, la representación efectiva de los ciudadanos por parte de los cargos de elección populares, la participación social, la gobernabilidad y la gobernanza de los diversos modelos de gobierno.
Un factor que preocupa, ahora en tendencia en lugares como el Reino Unido, España, Estados Unidos y por supuesto México, al igual que diversas democracias en el mundo, es la polarización de los políticos y de los grupos sociales. La polarización en las sociedades debe de estudiarse partiendo del principio de que transformar a la democracia exige que se aseguren tanto la libertad como la igualdad.
Enfrentamos una sociedad cada vez más polarizada, es decir, dividida y confrontada en dos extremos opuestos. México lleva años en confrontación, soportando los embates de la propaganda y la acción gubernamental que utiliza todas las herramientas y todos los mecanismos, éticos o no, legales o no, legítimos o no, para encauzar un discurso social de buenos y malos, de conservadores y ¿liberales? Lo anterior ha dado buenos resultados en cuanto a resultados electorales, pero el daño que produce en el tejido social es evidente y debe detenerse y trabajar por revertirlo, o el daño impactará a todos por igual. La polarización, en principio, parece simplificar las cosas al reducir a dos las opciones. En una fase posterior, el riesgo inminente de que la polarización produzca encono y violencia, vuelve temeraria la estrategia política de promoverla, auspiciarla, tolerarla y solaparla.
En contra sentido, la concertación, el dialogo, la búsqueda de acuerdos y consensos, son sin duda, opciones viables que permitirían enriquecer el nivel del debate, trabajar en pos de objetivos comunes de alto nivel, reducir la fricción, elevar el margen de maniobra gubernamental, dar gobernabilidad al sistema, fomentar la participación ciudadana, escuchar y tomar en cuenta a las voces disidentes, que no por ello deben de ser sofocadas, sino incorporar sus propuestas viables y positivas para enriquecer al proyecto del gobierno de todos. Gobernanza que da confianza, que promueve inversión, que acerca a los mexicanos, que une, que propicia una nueva cultura nacional para salir adelante por el bien de todos, sin rencores. Lo anterior, en caso de volverse acción, en lugar de reducir el control del gobierno, lo incrementa, con la peculiaridad de la voluntad y el buen ánimo, aún de sus opositores. Los acuerdos, son pactos o convenios entre dos o más partes que establecen los términos y condiciones en los que se comprometen a llevar a cabo determinadas acciones o a resolver una controversia de manera armónica. El ideal de la política es hacer que las cosas sucedan, de manera pacífica, en el camino democrático, con la sociedad en consenso.
Los mexicanos debemos evitar una ruptura mayor de la opinión pública en grupos con mentalidad opuesta y con escasa probabilidad de solución negociada y pacífica.Tendremos que aprender a vivir en discrepancia. La fanatización, la ideologización de estado y la propaganda sin escrúpulos deben de ser contenidas. En cambio, debemos de promover, el fortalecimiento de ciudadanos activos, informados, capaces de razonar, argumentar y elegir mejor a sus gobernantes, impulsando sociedades libres, donde la argumentación pública ocupe un lugar básico y no sea cancelada por las polarizaciones sociales. Además, en cualquier sociedad debe permear la libertad de expresión, la libertad de asociación y la cultura de la conversación.Siempre se puede estar peor o estar mejor. De los mexicanos depende el camino que seguiremos: polarización o acuerdos.
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