Por: Amaury Sánchez
Cuando se convoca a la humanidad, las causas justas resuenan como tambores en el corazón de los pueblos. Este sábado 25 de noviembre, el occidente mexicano se convertirá en un escenario de solidaridad internacional al recibir a la embajadora de Palestina en México, Nadya Rasheed. La gira de Rasheed, que recorrerá Guadalajara y Nayarit, no es solo un acto protocolario, sino un recordatorio vivo de que la lucha por los derechos humanos trasciende fronteras, banderas y credos.
El Comité de Solidaridad con Palestina, encabezado por Armando Bañuelos, ha sabido tejer un manto plural que involucra a organizaciones de todos los colores ideológicos: desde el Partido del Trabajo hasta el Colectivo Luz de Esperanza. Este esfuerzo conjunto habla de un principio esencial: la solidaridad no es un privilegio, sino una responsabilidad compartida. Como lo expresó Santos Urbina, “estamos siendo testigos de un bombardeo despiadado que ha dejado a Gaza prácticamente destruida”. Su declaración nos interpela directamente: ¿somos capaces de permanecer indiferentes ante el sufrimiento ajeno?
La agenda del sábado en Guadalajara no deja cabos sueltos. Desde un desayuno con líderes locales hasta una conferencia en el histórico auditorio Salvador Allende, cada actividad está diseñada para recordar que la lucha palestina no es solo suya, sino de todos los que creen en la justicia. Y no podría ser más simbólico que estas reuniones se den en un estado como Jalisco, tierra de fuertes raíces revolucionarias.
Por otro lado, el diputado José Luis Sánchez González, del Partido del Trabajo, apuntó con precisión quirúrgica: “La lucha por la justicia es una causa que nos atañe a todos”. Esta afirmación no es un cliché político; es un llamado a la acción. Cada ciudadano que asista a estos eventos estará enviando un mensaje claro: la causa palestina no está sola, ni en México ni en el mundo.
En momentos como este, cuando el bombardeo mediático nos insensibiliza con cifras de muertos y escombros, es crucial recordar que detrás de cada estadística hay una vida truncada, una familia despojada, una comunidad desplazada. La presencia de Nadya Rasheed es un acto de resistencia simbólica, una voz que clama justicia en nombre de los sin voz.
La solidaridad no resolverá de inmediato los problemas que enfrenta Palestina, pero puede ser el primer ladrillo en el puente hacia la paz. Participar en estos eventos no es solo un acto de empatía, sino de conciencia política. Como ciudadanos de un mundo interconectado, no podemos ignorar que la justicia en Gaza es la justicia en cada rincón del planeta.
Así que, cuando el reloj marque las 11:00 de la mañana este sábado en el Palacio Legislativo, que cada presente sea un eco de resistencia, un símbolo de esperanza y un grito de solidaridad. Porque el futuro no solo pertenece a los que luchan, sino a quienes luchan por un mundo más justo.
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